El Yeti no es mi padre

(Relatos, Cine, Música....)

Una historia sobre el diablo (2ª parte)

El diablo abandonó el infierno. Vestido de traje negro y con el pelo repeinado hacia atrás. El ascensor que le subía hacia la tierra tardaba cerca de 2 minutos en hacer el recorrido, minutos que aprovechó para acabar de arreglarse y quitarse olor a azufre...
Cuando el ascensor paró en seco y abrió lentamente sus puertas, se dio cuenta de que no había seleccionando un destino, y después de ser cegado por una luz fuerte y blanca, comprendió que había ido a parar a la cima del Hvannadalshnúkur, una montaña Islandesa de más de 2000 metros de alutra. La nieve cubría toda la extensión montañesa. Y Diablo, se meitó las manos en los bolsillos y empezó a andar.
Andó durante horas, sin llegar a ningún punto concreto. Sabía que el frío no le mataría, pero le hacía sentir incómodo. Le dolía y quería darse prisa. Sentía un fuerte dolor interior, debía llegar a su destino, pués presentía que acabaría desapareciendo por siempre jamás.
En un momento dado, sin mirar donde pisababa, entró en nieve virgen, esta se hundió bajo sus pies y quedó enterrado a unos 3,5 metros de profundidad. Luchó por salir, pero le resultó imposible. Cada esfuerzo le hundía más y más y llegó a un punto en el cual le resultó imposible ver luz, presentir vida, escuchar sonidos o sentir nada.
El pobre pasó dias que dejaron pasar semanas enterrado bajo kilos y kilos de nieve pura, hasta que finalmente, un grupo de excursionistas escuchó sus gritos de terror, reunieron una patrulla y lo sacaron de la nieve después de 7 horas de rescate. Lo sacaron azul y empado, tiritanso como un niño sin bufanda, casi llorando. Una buena familia Islandesa se lo llevó a su casa, le dierón calor y comida que no rechazó y después de pasar cinco días con ellos, durante la sexta noche, se marchó sin decir nada y sin despertarles.
Andó unas 2 semanas, dejando atrás la pequeña casa donde había estado recuperando fuerza y llegó a la capital Isalandesa.
En Reykjavick después de andar cerca de 250Km, gracias a sus dotes paranormales de eloquencia, le cedieron paso a un barco que hacía escala en Reino Unido. El capitán del barco le dejó su propio camarote y su fue a dormir con la demás tripulación. Pero el diablo no dormía. Por las noches salía a cubierta y observaba el cielo estrellado, escuchaba el rumor del mar y los estruendos que este producía al cochar contra la quilla. De vez en cuando, entraba sigiloso en los camarotes y observaba a las personas en sus más profundos sueños, después volvía a salir y seguía observando el mar de noche. Cerca del amanecer, cuando el cielo empezaba a estar lila, azul, amarillo y naranja, volvía a su camarote, esperaba que el ajetreo diurno del barco brotara de nuevo y el salía como recién despertado. Todos le recibían de manera calurosa y amable, fue un viaje provechoso a su manera.
Perdió la noción del tiempo, dejó de contar los días y dejó que el barco le llevara a buen puerto.
Más concretamente al puerto de Bridlington, una ciudad situada al Este de inglaterra con más de 33,800 habitantes, una ciudad preciosa. Decidió cambiarse de ropa, y se compró un traje que en conjunto, ropa interior más zapatos, le costó 2,300 Euros. Pagó, una habitación en el Balmoral House Hotel y se pegó una ducha, tiró toda su ropa vieja y se vistió con su traje nuevo. En el exterior del hotel robó una bocanada de aire fresco que rondaba en el ambiente. Y digo robó, porque ese aire pertenecía a los humanos y no al el misimoso diablo y él lo sabía, de sobra.
Observo la calle, se colocó la chaqueta y empezó a andar hacia la capital Inglesa; Londres. Pero para llegar a ella debía pasar por Fraisthorpe hasta Lissett. Después andar andar varios Kilometors hasta Beeford, y llegar hasta Leven, cruzarla y llegar Skirlaugh y seguir hasta la gran ciudad de Hull, y de ahí recorrer la basta superficie de campos de conreo, poco habitados hasta llegar a su primer destino. Un camino de más de 400Km a pie que no pasarán en valde. Pero debía darse prisa, toda la prisa posible...

(Continuará)

Sí, seré más feliz. Pero en otra parte.

Paso por enésima vez ante esa misma tienda, la miro, sé que me mira. La detesto, ella me considera indidiferente. Probablemente ni conozca mi existencia. Estoy dentro de la misma linea de autobus de siempre, la septima, la que recorre las mismas calles que las demás pero más despacio y más lleno de gente. Dejo la tienda atrás, estoy cansado de ella. Llevo viviendo 20 años aquí y para ir a cualquier sitio, para ver a cualquier persona tengo que pasar por esta calle. Esta odiosa calle llena de inamovibles estructuras. En parte debería sentirse orgullosa, Bien es cierto que lo consigue, No levantar pasiones pero si sensaciones. Sensación de odio y repugnancia, como un pitido intermitente que se repite una y otra vez hasta que consigue que el oyente se vuelva loco. Vivo en una ciudad pequeña de gente pequeña, mis pocos años han sido suficientes para darme cuenta de como es la gente que me rodea, mente pequeña, corazón pequeño, ímpetu pequeño, sentimientos cero. Quiero salir de aqui. No estoy hecho para vivir aquí. Siempre les he odiado, pero hoy me dan asco. ¿Que hago aquí? Me siento incomprendido, vacío. Miro a la gente del autobus, no saben que existo, siquiera me han visto entrar. Soy invsible. Jamás me han dado las gracias, no han visto cuanto he sufrido, no han sentido mi pena al ver que mis esfuerzos son nulos, he creado cientos de cosas maravillosas que no han levantado ni una verdader sonrisa de felicidad. (Como este pensamiento) Pero me revelo, cojo carrerilla y corro hacia la perta. El autobus está en marcha, la puerta está cerrada. Pero no me importa, atravieso el cristal como si fuera de plástico, caigo al suelo de la calle y evito que me atropelle un coche que pita incansable ante mi locura y por primera vez me siento libre. Decido correr sin parar hasta la estación de trén. Una vez ahí compro un billete a cualquier parte, no me importa y me subo en el. El trén se pone en marcha, hace sus pequliares sonidos y coge velocidad. De pronto todo se pone en blanco y negro y dejo esa tediosa ciudad. Con solo 3 euros en el bolsillo me escapo de esa carcel odiosa para no volver jamás, y ni siquiera he dicho adios. Pasarán semanas hasta que se den cuenta de mi ausencia.

Fotógrafa: Iris Cogolludo


Iris Cogolludo, jóven fotógrafa nacida en Barcelona en 1989 y empezando a formar su pasión como carrera. Desde corta edad ha viajado a sitios como Estados Unidos, México, París, Bélgica y Holanda. Ha estudiado fotografía profesional en Barcelona y en Palma de Mallorca. Ha trabajado para revistas en Cancún, colaborado en festivales , hecho books a diferentes modelos/artistas y actualmente tiene una exposición en el bar "El Sofalito" en Barcelona.
Sus influencias han sido, sobretodo su tío, y el viajar desde tan corta edad le ha dado la oportunidad de conocer mucho a las personas, las diferentes culturas y ver cosas nuevas. Esto le ha inspirado a fotografiar diferentes personalidades, retratar la vida de los demás.

Actualmente reside en mallorca donde ha conseguido grandes fotos de celebridades como el grupo Dharma, Pepe Arcade, Ángel costa, entre otros. También trabaja como voluntaria de prensa en La Cruz Roja.

Después de haber cursado dos años de Fotografía se introdujo en el mundo del diseño gráfico, donde hoy en día sigue creando cosas extraordinarias.

Contacto:
Flickr
Pag. Personal: IrisCogolludo.com

Libro: Andrés Pascual, El compositor de Tormentas.


Matthieu es un joven genio de la música que, fascinado por la magia de Versalles y sus fiestas desenfrenadas, anhela formar parte de la orquesta de Luis XIV, el Rey Sol. Lo que no imagina es que un brutal asesinato le abrirá las puertas de palacio para llevar a cabo el proyecto más ambicioso del soberano: transcribir la melodía del alma.

Pronto descubrirá que no es el único que codicia esa partitura, entre cuyas notas se oculta la fórmula alquímica que permitirá a su dueño conocer los secretos del universo. Para ganar esa carrera, Matthieu se embarcará en una peligrosa expedición a Madagascar, el último edén inexplorado, una isla de leyenda elegida por su pureza para resguardar la música más antigua de todos los tiempos. A partir de entonces se enfrentará a la muerte a cada paso, pero al mismo tiempo se abrirá ante él un mundo lleno de romanticismo que le hechizará casi tanto como una bella y misteriosa mujer que parecía estar esperando su llegada...

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Opiniones:

Andrés Pascual reinventa el género de aventuras según las exigencias del lector actual y vuelve a emocionarnos con su nueva novela, El compositor de tormentas. Acción, romanticismo, intriga, viajes… ¿Qué más se puede pedir?”
Montse Yáñez
Agente literaria

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“El compositor de tormentas es un texto con perfume de Historia, con buqué de gran escritura literaria, una novela llena de episodios y enigmas que ligan entre sí de manera aparentemente natural. No es fácil encontrar un buen vino entre las novelas que se publican hoy en España, pero la de Andrés Pascual deja un gran sabor de boca a quien la prueba.”
J.J. Armas Marcelo
Escritor y periodista

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“La novela de Andrés Pascual aúna algo difícil: el valor del contexto histórico, bien documentado, y la intensidad de la trama narrativa. Estos dos elementos convierten a El compositor de tormentas en una obra que se lee con interés creciente.”
José Calvo Poyato
Historiador y novelista


Beirut: La llorona


Estamos ante una de las canciones que más me ha llegado durante estas últimas semanas, y no de costumbre por la voz armoniosa y tranquilizadora del cantante (Zack Condon), ni por sus letras sencillas de pocas frases con las cuales lo quieren decir todo. Hoy no es por eso, es por la increible banda que toca tras él.
Me gustaría definir esta canción como una canción inteligente y que rebosa fuerza y pasión por todos lados. Una melodía tradiconal de esos lares, entrando en el pequeño mundo "experimental" de Beirut. Todo un bombazo.
No soy un gran amante de la música tradicional, aunque bien la prefiero a muchos otros bodrios que no nombrare hoy aquí, pero debo añadir que esta canción es tan grandiosa que se hace simple.

Sí, Una canción simple y grandiosa.

También quisiera añadir que el videoclip es maravilloso, y puedo decir, como "cinéfilo" amateur que su realización es exquisita, su ambientación es minuciosa y su animación es francamente profunda.

Os invito a que le hecheis los vistazos que querais para llegar a esta conclusión:


Una historia onírica de un chico que repartía periódicos.

En esa época yo era repartidor de periódicos. Sí, el típico de la bicicleta con cesta, que recorre las calles de un punto a otro con agujetas en el brazo diestreo.
Llevaba la mitad del verano haciendolo. Estaba acostumbrado. Cada mañana veía las mismas caras sonrientes que me saluadan desde los caminos enbaldosados de sus jardines verdes, esperando a su periódico. Hipócritas, pensaba yo cada vez que miraba sus dientes o por defecto dentaduras postizas que brillaban a la luz del sol.
En ocasiones (escasas) alguno de los vecinos me hacía señas para que me acercara a sus puertas, para darme alguna MISERABLE propina.

–Toma querido, te los has ganado, ¡Un Cuarto De Dolar!, estás haciendo un buen trabajo, sigue así.

Entonces yo sonreía ampliamente, y dandole las gracias pensaba:
-Maldita perra, ¿No ves la sudada que llevo? ¿Te piensas que lo hago por placer? Lo hago por dinero, dinero para poder vivir ¿Entiendes? Esto no me sirve de nada.

Al final del més ganaba 150 dolares más 2 dolares diarios de propina como mucho. Sin contar los domingos. Así que ganaba cerca de los 200 dolares mensuales. Y lo siento, pero a mí eso, no me servía para nada, mirando al futuro. Pero aun así, tenía un ápice de optimismo qe me animaba a seguir. Sí, a seguir hacia atrás, pero a seguir. Ummm...

Recorría cerca de 200 portales diarios, llevaba los periodicos de 50 en 50 y cuando me quedaba sin, tenía que volver a la editorial, que se encontraba a 2km de mi posición, para reocger 50 más.

Mi trabajo consistía en dejar periódicos en todas las puertas posibles sin miramientos, si yo sabía que ahí vivía alguien tenía que dejarle el periódico. Y eso me molestaba, pues siempre tenía que subir una cuesta de casi 80º de inclinación para llegar a la última casa... Bueno, una mansión grisacea. La típica de la colina con verjas negras y un gran patio exterior lleno de maleza y piedras humedas. Sí, tenía que subir a pie, en bici no podía, siempre que lo intentaba, la cadena se tensaba y parecía que iba a estallar en cualquier momento.
Al llegar a la mansión, dejaba la bici en el suelo, cogía el último diario que me quedaba y lo arrojaba con fuerza sobre la verja, sabía que alguien lo reocogía cada mañana, porque nunca había ninguno tirado. Nunca llegué a ver al dueño o dueña o dueños o dueñas de esa misteriosa mansión. Nunca había pregutado por ella. No me importaba.

Pero aquel día, por desgracia conocí a su dueña.

Si no recuerdo mal, me quedaban tres días para acabar de trabajar. Estaba yo subiendo la cuesta, casi arrastrando mi bici, sin aliento. Llegué arriba e hice lo de siempre, dejarla en el suelo, coger el último periódico y prepararme para lanzarlo como un jugador de baseball. Pero justo cuando heché el brazo hacia atrás y lo tensé para conseguir el lanzamiento perfecto me detuve. Pues por primera vez en mi vida vi a alguien en la puerta de la casa, era una mujer, estaba lejos y no supe definir su edad, pero llevaba un vestido largo y granate. Me di cuenta de que me hacía señas con la mano, para que me acercara. Empujé el portón de hierro negro con esfuerzo, mientras chirriaba. Andé por el casi invisible camino de piedra cubierto de maleza que conducía a la puerta principal de la casa. Cuando apenas me faltaban 15 metros para llegar a la puerta, la mujer entró en la penumbra del portal. Estaba nerviso la verdad, y lo único que se me ocurrió pensar era en una suculenta propina acumulada durante todo el verano. Llegué a la puerta y me asomé, estaba oscuro. ¿Debería haber avisado de que iba a entrar? No lo sé, yo entré sin más. Cerré la puerta trás de mi y seguí por el oscuro recibidor hasta el único punto de lez que provenía de una sala contigua. La sala también estaba bastante oscura, las cortinas de la ventanas eran gruesas y estaban entreabiertas, dejando pasar el escaso sol. Vi a la mujer sentada en un sofá, le pude ver la cara, era vieja, un moño gría sobre la cabeza. Frente al sofá había una mesita con una tetera y dos tazas a rebosar de liquido rojizo. La mujer me hizo una seña para que me sentara en un sillón rojo y mullido al lado de la mesita, me dejé caer sobre el. Y miré a la señora.

–¿Puedo saber...?– Empecé a preguntar, pero ella me interrumpió.
–Bebe Té, querido, que se enfría.
–Lo siento, no me apetece.
–Querido, bebe, te sentará bien.
–Pero...
–Bebe.

Obligadamente bebí, estaba frío y espeso. Hice que no me quedara ni una gota en la taza, esperaba que no me hiciera repetir.

–¿Puedo saber a que viene esto señora?– Pregunté un poco disgustado por la situación.

De prontó escuché unos poderosos pasos que provenían trás de mi. Me di la vuelta. Y me quedé atónito frente a la monstruosa figura que acababa de aparecer. Era un hombre, si se le podía llamar así. Medía más de 2 metros o eso me pareció, tenía las manos enormes, como su cara tosca, con facciones desgarradoramente enormes, se sentó junto a la mujer hundiendo el sofá de manera exagerada.
Me puse en pie, pero caí de nuevo en el sillón, me sentía mareado, todo medaba vueltas.

–¿Qué me pasa?...–Pregunté, cansadamente.

–Droga, droga en el Té.–Rspodío la mujer. –Tenemos un fin y debemos lograrlo y lo siento, saldrás un poco mal parado, pero creeme, no queremos matarte, sobrevivirás.

"¡No!", Girté y me puse en pie con esfuerzo, giré para salir de la sala, entré en el recibidor apoyandome en la pared y subí un escalera que ahora podía ver con mis ojos acostumbrados a la oscuridad. En el piso superior me econtré con un pasillo largo. Trás de mi escuché al gigante que se disponía a subir las escaleras. Intenté entrecerrar los ojos para enfocar mejor con la vista, puede ver en la pared un escudo con una espada antigua y oxidada. No se me ocurrió otra cosa que que cogerla, me la puse sobre el hombro e intenté esperar paciente a que el gigante subiera. Escuchaba paso a paso cada escalón que dejaba atrás. Pero no soporté la tensión del momento, así que me asomé con furia a la escalera y ahí me le enconté subiendo con su cuerpo enorme y su cara sin expresión, le propiné un espadazo en el hombro, pero ni se inmutó, el seguía subiendo, le di otro golpe en el cuello, pero parecía estar hecho de piedra. Me heché hacia atrás a medida que se me acercaba, no conseguía verle con claridad, me temblaban las piernas y notaba gotas de sudor frio y espeso resbalando por mis piernas y me rostro. Con toda mu fuerza le di otro golpe en el brazo. Pero de nuevo, parecía estar hecho de marmol. Finalmente, furioso y con un subidón de adrenalina le di en el cuello, vi que brotó un poco de sangre de su herida, dio unos pasos hacia atrás tocandose la herdia, le empuje con fuerza y calló al suelo. Agarré la cuchilla con las manos y me abalanze sobre su cuello, apreté con fuerza con la cuchilla en su nuez, hasta que noté que empezaba a hundirse en ella. Sanqué la espda con furia y vi un chorretón de sangre brotando del cuello. Cualquier persona habría muerto con una herida así, pensé. Al levantarme, caí de espaldas casi sin conocimiento, pero hice un últim oesfuerzo y arrastrandome me acerqué a la escalera intenté bajarla a rastras, pero no puedo, cai como un pez por los peldaños y finalmente al llegar al piso inferior perdí el conocimiento.

--------------------------------Casi dos semanas de inactividad cerebral notoria

Desperté en el hospital. ¿Diagnostico? Infección interna debido a una mala operación, una enorme cicatriz en la parte del riñón izquierdo y la falta del mismo. Me habian drogado para estirparme el órgano....

Pronto, la policia estaba rodeando la mansión donde todo había ocurrido. La resgitraron pero no encontraron nada nada en su interior, me sentí impotente, con rabia. Pasaron dos meses desde mi salida del hospital y decidií volver a la mansión. No entré, pero me quedé en el portón observando las ventanas. Decidí marcharme, pero algo me llamó la atención, una figura en el patio, sentado apoyado en uno de los numersos arboles mirandome fijamente. Era el gigante. Que me sonreía con ironía y satisfacción. Pensé en llamar a la policía, después me vino a la cabeza su imagen sangrando por el cuello y no me expliqué como podía seguir vivo. Finalmente decidí devolverle la sonrisa, damre la vuelta y marcharme a casa a prparar mi venganza. Tal vez.... ¿Prenderle fuego a la casa?

Hoy me reto!

Hoy me reto a no volver a amarlos, a no volver a cederles nada, a no volver a darles fuerza, ni permitirles esa burla interna continua.
Tal vez sea un error, pero noto sintomas de desconexión.
Me siento fuerte y mejor, con "ello"-S lejos. Ya les he dado suficiente sin nada a cambio. He cumplido y necesito unas vacaciones.
Sin querer he llegado al límite. Sin darme cuenta. Sin querer, pero necesitandolo.
Por eso, de sobra sé que no me pueden ofrecer nada más.
¿Me estoy haciendo mayor? Tal vez más deprisa que "ello"-S
O tal vez crezca de manera diferente. O hacia otro rumbo independiente.
Por eso me reto, me reto a no volver a mirarlos jamás. A "comprenderlo"-S
A comprender mi situación.
No intentes mezclar el agua con el aceite. No se mezclan.
No intentes mezclar el papel con el fuego. Pues uno de ellos suele adquirir una forma menos interesante; La ceniza.
No quiero ser ceniza que pierde fuerza, que decae intento tras intento.
¡Por eso me reto para no volver a amarlos!
¡A no volver a quererlos!
¡A no volver a verlos!

Sánchez Dragó y su nueva novela. Soseki. Inmortal y tigre.


Un libro que le ha costado mucho escrbir. Soseki. Inmortal y tigre.
Esta és su última novela, de la que se siente orgulloso y la define como si fuera casi un cuento de navidad de valores éticos, universales, budistas, franciscanos. De valores universales. Un libro de puras emociones.
Narra la historia de su gato Soseki, que una vez fallecido, Dragó decide homenajearlo de esta manera.

"Una novela de aventuras, de amor y de heroísmo. Una obra simultáneamente real y mágica en la que el lector encontrará a un Dragó nuevo y, a la vez, fiel a sí mismo. Escribiendo un libro lleno de fantasía, amor, emoción y ternura. Es un libro para niños, adultos y ancianos y sobretodo a la gente que ama a los gatos.
Es un cuento, es una fábula, es una novela, es un relato de enseñanza y aprendizaje...

Una Historia sobre el Diablo (1ª Parte)

Un día cualquiera, común, como todos los días, el diablo se dejó caer en su gran trono de huesos y piel humana. Se pasó la mano por la cabeza y suspiró. Su lacayo, arrugado, esmirriado y feo se le acercó.
–Gran amo, gran angel horrendo que un día fue hermoso. Le noto tritste, apagado y pensativo... ¿Por qué se siente así usted, siendo el poder de los poderes, siendo el dios del mal injustificable?
¿Acaso no tiene solución a sus problemas?

El diablo no se movió, siquiera lo miró. Sencillamente chasqueó los dedos y su lacayo se prendió en llamas rojas, que se elevaban cerca de los dos metros del suelo y al cabo de un minuto insufrible, se redujo a un montón de cenizas. El Diablo se puso en pie, a la vez que un nuevo lacayo resurgía de un aro de fuego enorme.
–Yo le serviré mejor, señor de los señores. No tendrá razones para reducirme a cenizas, porque yo lo amo, lo amo mucho ¡Oh amo! ¡Le amo!
Otro chasquido de dedos hizo que el nuevo lacayo se conviertiera en nuevas cenizas. Al instante, otro sirviente resurgió de nuevo por el anillo. Empezó a solatar memeces, una detrás de otro, pero el diablo no le prestó atención. Se limitó a mirar por su ventana, vio el mundo que poseía. Vio Nueva York, la escena de dos NeoYorkinos atracando a una pobre anciana.
Vio México, como tres adolescents conducian ebrios a más de 160 por una calle peatonal, llevandose a muchas personas por delante.
Vio el Congo, como trés hombres de color violaban a una chica menor de edad.
Vio islandia, vio como la sangre roja de un chico joven manchaba la nieve, brotando de tres agujeros de bala.
Vio muchos más paises, todo eran desgracias, sonrió. Después perstó atención por primera vez a su nuevo lacayo, solo captó en final de sus palabras:
–¡Y podríamos cenar chuletas de cerdo! ¿O de cordero?
Otro chasquido de dedos le prendió fuego y al instante. Pero al en menos de un segundo, otro lacayo nuevo resurgía del anillo.
–¿Pero qué demonios pasa?– Gritó el diablo. –¿No puedo estar solo ni un minuto?
–Si quiere estar solo, sencillamente digalo... No hace falta que nos prenda fuego.
–¡Pues dejadme solo!
–¿Y por qué no intenta contame su problema? Tal vez se sienta mejor...
–No puedo contartelo... No lo entenderías.
–Pero señor...
–!!!YA ESTÁ BIEN!!!–Gritó con tanta fuerza que temblaron los mismisimos cimientos del infierno. –¡¡Vete al diablo!!
El lacayo le miró extrañadisimo ante la frase. Pero ese fue su último gesto, pués otro chasquido de dedos le hizo arder en llamas. Al instante salió otro lacayo, que prendió fuego, y otro, y otro, y otro, y otro, y otro y así durante dos días infernales, que equivalen a cerca de 6 horas y media en nuestra teirra.
Al final, cansado de tanto fuego, le pegó patadas el anillo, estiró con fuerza sus pilares y golpeó con fuerza su metal caldente, hasta que al final cedió, derrumbandose con fuerza como un animal de hierro y sangre en celo. Por un instante, después de mas de 2000 años de ruido estrepitoso y pitidos constantes de muerte y dolor, se sintió bien, se sintió en silencio, en calma, había logardo la calma que ansiaba, la calma que implorabla. Se sintió tan bien, que decidió sentarse y no moverse, e inundado de paz y tranquilidad se quedó en un estado meditabundo, invadido por un estado de inconsciencia, olvidó sus cometidos, dejando que el mundo se sumara con la paz y que los asesinatos, los hurtos, las violacines y las mentiras pasaran a un segundo plano insignificante durante más de 300 años...
Pero, después de tanto tiempo algo le inquietó, ese mal que sufrió 300 años atrás le volvió a llenar los poros y recorrió su cuerpo hasta lo más profundo de su negro corazón. Se despertó de un sobresalto, gritando con fuerza, haciendo que todo temblara de nuevo. En la tierra empezó a llover...
Se puso en pie rápidamente y dolido cayó redondo contra el suelo llorando sangre... Arduamente sé puso en pie y supo en ese instante que solo podía recurrir a un ser, un amigo que jamás le abandonaría, y decidió emprender la marcha de inmediato, sintió la muerte proxima y sintió miedo, mucho miedo....

(Continuará)

Tu fuistes una cámara de fotos.

"Tric"...
Perdoname, no supe definir mejor el sonido de tu obturador, durante las breves milesimas que dejaron traspasar la luz para fundirse en tu retina.
Si no te gustaran tanto las imagenes podrias haber aprendido a quereme mejor, pero eso no me importa. Yo sé que te he querido, te quiero y te querré con toda mi alma, aunque no tenga esa asombrosa capacidad de retener colores y luces inceibles en una memoria finita, pero casi ilimitada.
Soy incapaz de olvidar el relfeljo del sol en tu objetivo y la facilidad con la que patina el zoom rotando lentamente, para logar el mejor encuadre. A la vez que el anillo de enfoque se cierra casi de manera inapreciable dejando el diafragma intacto, para que la imagen salga con la luz quemada, para darle ese toque onírico de ensueño que solo tu sabes plasmar.
Me ruborizo al pensar en el soporte de tu flash desnudo, pues el sol es tan caliente y luminoso que resulta practicamente inncesario.
Y dime como hacias para retratar sin carrete, ¿Cuantas cosas sabias hacer, que nadie era capaz de hacer? Eran cientos ¿verdad? ¿o tal vez miles? ¿Millones? Infinitas... Sí, infinitas sin duda.
Porque eres maravillosa, increible y preciosa, tu tacto curtido y platificado, suave y ligaramente pesado. Increible, fuistes increible, eres increible. Te amo por tu inteligencia y tu vision espacial, la única capaz de crear una visión sencilla tridimensional, un sueño sin duda, un sueño prefecto y envidiable por cientos. Te quiero.

For Iris.

Una Historia De París en el 1775

Érase una vez, en aquellos tiempos de cólera y enfermedades como la gota, sifilis y tísis.
Donde la gente era sucia y no se duchaba por la cantidad de bactérias que contenía el agua de las cercanias, un pequeño chico fué parido entre la sucia y abarrotada Rue aux Fers y la luminosa y pulcra Rue de la Ferrannerie. Más concretamente en las fosas comunes Dels innocents, donde a diario las carretas palgadas de cadaveres putrefactos eran arrojados sin pena y con desprecio.
La madre del chico en concreto, empujada por los dolores del parto había recorrido unos 2 kilometros para dar a luz en ese infecto lugar, para parirlo en secreto, a escondidas de la sociedad que juzgaba de endemoniado culquier acto, que posteriormente era resuelto con la horca, guillotina o ese garrote que te partia todas las extremidades con golpes secos bajo cientos de miradas ciudadanas.
Tras casi una hora de doloroso parto, el niño le salió de las entrañas con la misma fuerza que se te resbala una pastilla de jabón de las manos. La madre, aturdida, ni lo miró, se puso en pie sin más, se dió media vuelta y caminó cojeando, subiendo, casi a gatas una pequeña colina de tierra. Pero no llegó mucho más lejos, pues a expensas de su conciencia, sin estar sujeta a sus actos, un extraño mendigo ataviado con telas rotas y humedas, humeantes de muerte, lo había presenciado todo, había contado desde la primera hasta la última gota de sangre de aquel lactante que respiraba a duras penas en la humeda tierra Del Innocents.
El mendigo se acercó a la madre a zancadas largas y seguras. Ella lo contempleba desde el suelo, pálida y sudurosa, dejando escapar bocanadas de mal aliento por culpa de las encias donde faltaban dientes. El mendigo acercó su cara a la de la mujer, la olió profundamente, entornando los ojos, hundiendose en una profunda satisfacción que le llenó las fosas nasales mientras se erguía lentamente. Sacandose del cinturon un pequeño cuchillo de pletre, con manchas negras secas, que era evidente de donde procedian. La mujer abrió la boca para decir algo, pero no le dio tiempo a pronunciar palabra, el mendigo la degolló, hundiendo su cuchillo en la garganta, produciendo un sonido burbujeante de la mezcla de aire y sangre que brotaba a borbotenes de la cruda incisión. Al sacar el peltré de la garganta se lo clavó en el pecho una y otra vez, conviertiendo su carne casi en en trapo relleno de paja. El mendigo se dejo caer sobre ella, apuñalandola una y otra vez haciendo que su peso hundiera a la mujer vagamente en el barro contaminado. Una vez muerta del todo, el mendigo la volvió a olfatear de pies a cabeza, produciendo de nuevo esa sensación de satisfacción que le inundaba cada poro, cada vena, cada arteria y todo su corazón.
El mendigo se puso en pie, dirigiendose al bebe abandonado, se agachó y lo contempló largo rato, sus extremidades rosadas, aún ensangrentadas, su boquita entreabierta, su nariz que respiraba de una manera rápida y sin pausa, sus ojos cerrados y su coronilla con vello suave y oscuro. Después cortarle el cordón umbilical y arrojarlo lejos, lo recogió en brazos y se puso a andar. mirandolo fijamente.
Se introdujó en lo más profundo Dels innocents, esquivando los cadaveres viejos que aún no habian sido enterrados.
–Ahora serás mio pequeño regalo del cielo. Me llamo Grenouille y seré tu padre. No te preocupes por el hedor de la muerte que desprende este lugar, te acabarás acostumbrando. Tal y como hice yo hace tantos años....
Dicho esto, se introdujo en la oscuridad de la muerte y en el espeso aire Dels Inocennts.

Like double bubbles.


¿Me sientes?
Ojala el viento pudiera decir lo mismo
¿Acaso no somos todos hijos de los mismos tonos unísonos?
A la vez que se acaricia la lava y se besa a los escorpiones
Deberiamos ser lo menos ignorantes posible.
Pero cuanto más lo intentamos más perdemos lo que queremos
Auqnue hayas nacido para repudiar y ser repudiado por ello
Aunque la fuerza superior te aleje de aquello que puede hacerte daño
Tu jamás querrás perderlo
Porque sientes que es tuyo
Pero vas encontra de todo
Peroque eres Bohemio
Porque odias las fuerzas que no conoces
Y te ves capaz de romper las normas establecidas.

Porque sabes más de lo que crees y lo que sabes no te gusta.
Como las águilas que sobrevuelan las montañas aun nevadas en los inicos primaverales

Like double bubbles.



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