El Yeti no es mi padre

(Relatos, Cine, Música....)

¿Cuantas probabilidades había de que acabara así?

Estrepitoso.

Somos más de 6800 millones de personas en el mundo. ¿Como vamos a entender que pretende una sola de ellas? Hay prácticamente actos infinitos para hacer que esa cantidad exagerada de millones de humanos coincidan en algún momento de su vida. Pero sin embargo, sucede. El azar, el destino, el libre albedrío, la coincidencia... Caprichos que se concede el universo. Cada paso que damos, es un rumbo a un futuro inalcanzable, la cantidad de cosas que nos pueden pasar en un solo día es completamente infinita. Lo que nos mueve a relacionarnos, a conocer, al sexo, es un lucha continua sin final.

Imaginate, que cada movimiento que hagas, por pequeño que sea, pueda cambiar tu vida entera. Nada puede detenerlo, casi da miedo. Ahora suma el acto, o la capacidad de comprensión de una segunda persona, el resultado, su respuesta o manera de asimilarlo, es una variable, que depende del momento, de como se encuentra y de su capacidad de relación, aceptación y asimilación de tu mensaje. Nos volvemos a encontrar con una infinidad de variables, que nos pueden llevar a la más absoluta felicidad o la destrucción inmediata. Pasando por todos los estados emocionales que puedan existir.

Y bien, el problema principal de la mala captación del mensaje suele ser la falta de confianza, o el hecho de no conocer del todo al receptor. ¿Y qué pasa? Que todo lo que había entre los dos sujetos cambia. Por no conocer, esa persona se lleva la peor de las impresiones, ante un acto, que si hubiera sido realizado ante una persona conocida y de confianza, probablemente hubiera pasado desapercibido, o incluso hacer gracia. Aceptación sin miedo.

Por otra parte, la conciencia de cada individuo, su ética, e incluso su sentido del ridículo, pueden hacer que se calle, o que no haga según que cosas. Controlamos nuestros actos, con la cabeza y con el corazón. Pero aveces las cosas escapan a nuestro control. Ese momento en el que somos completamente incapaces de controlar nuestros actos, cuando toda nuestra fuerza, ética y sentido común quedan completamente tapadas e inservibles. Lo que nos hace hacer eso, de manera natural, es la fuerza más poderosa que he llegado a conocer. El amor.

Hace poco empecé a conocer a fondo a una persona que me enseñó que el amor es incondicional, que tiene miles de formas y que cabe todo el mundo en él. Yo siempre he pensado, que el amor es solo un conjunto de reacciones químicas que sirve para hacer que la raza humana perdure. Sigo pensándolo, pero le concedo el beneficio de la duda, e intento verlo desde el lado más neutral posible. Bien, es un estudio involuntario a fondo, partiendo desde mi corazón roto sin ganas de amar, para entender, que aunque quiera, no puedo controlarlo. Me dejé llevar, me deshice de mis miedos, y me sumergí, sacando de mi todo lo que guardé durante tanto tiempo. No me conocí, todo era tan vivaz y abierto, tenía ganas de bailar, cantar, correr, fue como si dijera SÍ, a la droga más reconfortante del mundo, la sensación de amar, apenas la recordaba.

Tengo que reconocer, que soy extremadamente visceral. No me callé, fui sincero con ella y me correspondió. Me sentía como un niño de 6 años, todo era nuevo, mágico, bueno.

"Lo más grande que puede suceder es que ames y seas correspondido"

Todo hacía justicia a esa frase. La pensaba, rondaba mi cabeza, hizo nacer esas mariposas en mi estómago...
Pero me equivoqué. Todo en esta vida sucede por una razón, por eso no culpo a nadie. Pero hoy, por ser un niño, me he ganado el peor titulo que jamás me había podido imaginar.
Obsesivo.
Me dejé llevar porque lo necesitaba, el niño que dormía en mi lo necesitaba con ansia. Sólo quería jugar, ¡Quería ser libre! Quería experimentar, explotar, disfrutar, saborear y descansar.
Pero e aquí los actos que no podemos controlar, al ser pequeño, desconocía el riesgo, no conocía el miedo... Y el miedo y la confusión se apoderó de ella. No sé bien que pasó, pero puedo imaginar, que la falta de confianza, de conocimiento mutuo y por ser un mal momento, ella decidió que este no era el momento... ¡Malditos factores aleatorios! La vida es preciosa por no saber como va a acabar nada que empieza por algo. Pero la totalidad de los actos, son en si la magia terrible que selecciona nuestro destino final.

De todas formas, no puedo odiarla. En dos semanas ha revivido a este viejo Monstruo de Frankenstein de la camilla del Dr. Cardiólogo "Yo puedo curar su corazón"

Gracias a ella, sé que estoy vivo, siempre le deberé algo... De todas formas, el regalo que le fabriqué y no tuve oportunidad de darle, lo guardaré en el cajón, sin saber, por suerte, durante cuanto tiempo. Dejaré que los factores aleatorios decidan por mi. :)