El Yeti no es mi padre

(Relatos, Cine, Música....)

Siddharta, El buda.

No fue suficiente que las ramas se incliranan para ayudar a su madre en el parto, sino que salieron flores de loto (Simbolo Teosófico) al paso del recien nacido. Este hecho, entre otros no menos maravillosos, ya daban a entender que el pequeño Siddharta, iba a ser, la persona más extraordinaria que pisaría la tierra y casi que el mundo.
Criado por su padre (Suddhodana) Rey del clan de los Śākya, trás la muerte de su madre, viviendo entre algodones y rodeado de la belleza material más preciada en nuestros tiempos... Que rápido nació Siddharta, no ajeno a su destino, pues de adolescente ya meditaba a las sombras de expledoroses arboles. Los maestros que reinan el cosmos y las entrañas de Himalaya ya fueron testigos del hecho, brindandole a Siddharta la energia y las señales necesarias...
Alcanzó la mayoria de edad, se casó con Yassodhara, bellisima india con la que tuvo un hijo precioso, que dio a luz el mismo día en el que Siddharta se escapó del palacio y descubrio, ensimismado el mundo, la pobreza, la tristeza, el dolor, los estragos de la edad, y la muerte.
Siddharta, acongojado por ese hedor, simbólico, se dio cuenta de que debía salir de ahí, que debía desacerse de sus cadenas, abanonar sus enormes palacios, sus inumerables riquezas y su adorable familia. Vió que eso no eran más que vanalidades terrenales, estorbos para la evolución del alma, el quiso ser, el salvador.
Su anciano padre, aterrorizado por la idea de un trona vacío y de un principe vagando hermoso por el mundo real decidió preparar una fiesta, una fiesta que le haría ver a Siddharta la hermosura de lo material y de lo mundano, una fiesta que deberia fortalecer esas cadenas que nos mantienen agarrados al mundo.
Esa fiesta sin duda resultó exitosa, espectacular. Mujeres desundas, humos, vapores, músicos extravagantes y algotan nueva en esa época como piramides humanas y trapecistas.
Siddharta era la persona más feliz del mundo... otra vez, olvidando así lo que era el dolor, la vejez y la muerte. Pero tanto ruido y la espesor de los vapores le hizo desear salir fuera, a respirar y así hizo, alejandose descalzo, del bullicio. Salió a su hermoso jardín verde y plata por la noche y luna, apreciendo una suave brisa...
Esta apacible soledad le hizo volver a pensar en los estragos de la vida, en el sufrimiento humano, sentia que estaba perdiendo el tiempo, que podía dar mucho más de si mismp y decidió volver dentro, a las ataduras mundanas... Se asombró, cuando se asomó para descubrir que los cientos de participantes de la fiesta se habian dormido, todo el palacio estaba en silencio. Todos yacian en el suelo, en posturas imposibles, recordandole así, haciendole ver y entender que parecía ser, el más puro escenario de una batalla.
Siddharta aprovechó esa ocasión para escapar por los jardines de guardias dormidos, entre una fina niebla... tranqulizadora, salvadora.
Se adentró en los bosques, se desprendio de sus despojos y meditó, meditó duranta largos años, seguido por los Ascetas que le consideraban un maestro, se arodillaban ante el y decian ser su Lanú (Del sánsicrito Aprendiz), jurando no abandonar el bosque hasta conseguir la iluminación... Los años pasaron, Siddharta vestía arapos, su piel se tornó negra, su precioso pelo creció y se enmarañó, se engriseció... Siddharta parecía un cadaver, delagado, inmovil, meditando junto a otros semjantes de barba larga...
Siddharta, irreconocible, abrió los ojos, se dió cuenta de que aún seguía perdiendo el tiempo, así que se puso en pie, se lavó en el rio y acepto un cuenco de arroz, comiendo así comida normal después de tantos años. Sus lanús le abandonaron, pensando que habia abandonado el camino ha´cia la iluminación.

-El camino a la iluminación es el camino medio, el punto que existe entre dos puntos opuestos.-
Dijo Siddharta, pero nadie le escuchó, sus seguidores se marcharon. Así que siguió solo, habiendo arreglado su cuerpo, su peinado y bien comido... Ahora volvia a oler a incienso y violetas, como los maestros.

En esas últimas meditaciones, tan cerca estaba de ser iluminado que el Dios Mara, Dios del amor y de la guerra, celoso y deseoso de estroperle el destino a Siddharta intentó hacer torcer el camino, intentando convencerle de que lo terrenal y la dicha es la verdad, lo real.
Los ejercitos de Mara se acercaban a e, lanzandole flechas de fuego, que se convertian en rosas antes de tocar a Siddharta. Nada pudo hacer ese ejercito así que Mara que también era el Dios del amor, le envió a sus 5 hijas, para seducirle, pero tampoco cayó en esa trampa, Siddharta siguió con su meditacion, infrenqueable, apenas si inmutó. Las hijas se desvanecerion, entre llantes de rechazo. Siddharta estaba ya tan cerca de la linea entre la tierra y el Nirvana que por ùltimo se enfrentó contra el adversaio más temible que nadie puede encontrar, Si mismo.
Se vió las caras con el mismo por preimera vez en su vida... Diciendole.

-Tú, arquitecto de mis ideas, no eres más que eso, mi mente, lo que me ata a mi mismo y a este mundo. Por eso no dejaré que reines más en mi.-

El arquitecto se desvaneció.... La luz se hizo, Sidhharta se ilumino... olores, colores, todo, hermoso... Se convirtó al fin en el ser iluminado, conocedor de la verdad, libre que siempre quiso ser.
Así Siddharta pregrino la india, de puerta en puerta, vestido con arapos de gente muerta, impartiendo eseñanzas, queriendo decir que en esta vida lo material u la dicha es lo casual y que el dolor y el sufrimiento lo real.

Nadie supo que ese sabio era un principe hermoso y nomble, nadie jamás supo su nombre, así que le llamaron Buda, el Buda, habiendo dejado atrás todas las riquezas y vanalidades humanas.
Buda no fué un Dios, simplemente un humano más inteligente, no nació iluminado, simplemente consiguió serlo de forma que nosostrs también podriamos lograr.

2 comentarios:

Interesante, hacía tiempo que buscaba esta bella historia, gracias por narrarla tan hermosa mente, un besito La poussiere.

 

Muy bueno eres escribiendo, espero que sigas asi.desconocido