Con los ojos cerrados, nos juntamos, en la inmersión de un mundo soñado. En la inmersión de un sueño vivido. Eras una estela tan real como tu vida misma. Te movias con gracia, con soltura, tal vez más de la normal. Yo andaba semidesnudo por tu habitación. Tú, la sujetabas a ella, con la misma fuerza de siempre. Y pensabas, como ibas a retratarme una vez más. Me dejé caer a tu lado, sobre las plumas de un colchón roto. Te pusistes sobre mi, y me besastes. Cerré los ojos... Al abrirlos ya no estabas. Pero yo sí. Miré mis manos, yo sí que estaba, nunca me he abandonado. Me mareé al incorporarme en mi cama. Fuí al baño y me vestí con la ropa de trabajo, la ropa de diario. Al mirarme en el espejo, me vi genial, me vi hermoso. Me sonreí y algo vibró en mi interior, algo postivo.
Bajé a desayunar, con cuidado, de no despertar a los demás. La cocina estaba oscura, alguien se había dejado la puerta abierta y hacía mucho frio, encendí los felxos que parpadearon y dieron luz blanca a la estancia. El reloj marcaba las 7:55 de la mañana. Era muy pronto, no tenía prisa, así que cerré la puerta y encendí la calefacción. Me dió un escalofrío. Me senté en una silla de madera y encedí el televisor. Lo apagué al instante. Y encendí la radio. No sé en que emisora estaba, pero sonó una canción llamada "Le vent Nous porterá" de Noir Désir. Me recordó tremendamente a tí.
Mientras la escuchaba, me preparé un Capucchino con la cafetera de cápsulas. Me dio tiempo a pegarle unos cuantos sorbos antes de que acabara. Todo se quedó en silencio, me contemplé a mi mismo apoyado en la encimera, agarrando el vaso con las dos manos, quieto, pensando. Algo más calentito, pero congelado. Me despejé y me llevé el café a la mesa. En la radio, dos hombres empezaron a hablar animadamente sobre algo a lo que nunca presté atención. Me encedí un cigarro y me senté para acabar mi café, mi triste café. Miré el reloj, que ya marcaba las 8:20. Me quedaba una hora para salir de casa y no sabía bien bien que hacer. Pensé en encender el ordenador, pero me dije que no, no me apetecía. La televisoón no me llamaba, y en la radio seguian hablando, capté dos frases que decian:
-Casi siempre sucede lo mismo en estas fechas.
-Sí, la navidad es lo que tiene, no dejemos que esto nos afecte....
Me había puesto en pie para bajar el volumen. Me quedé de nuevo en silencio, solo el rumor de la calefacción y yo. Después vino el tópico: Abrir la nevera, para cerrarla sin saber bien porque.
Después vino la incercia, coger un naranja, pelarla y comermela.
Después el fallo: Encernder otro cigarro.
Salí fumando a la terraza. Hacía mucho frio, pero el sol caldeaba. No me acordé de ti hasta pasado un buen rato, hasta apagar el cigarro.
A lo tonto se hicieron las 9:00. Y 15 mintos tardé en limpiar el vaso del café, limpiar el cenicero, apagar la radio, lavarme los dientes y peinarme antes de salir de casa. Fuera hacía aun más frio que en la terraza. Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y empecé a andar hacia el trabajo. Sin prisa, pero sin pausa. Apenas me crucé con nadie. Algún conche, alguien paseando al perro, pero nada más. El frio congelaba mi cara, y mi mano derecha cuando fumaba, escuchando Tuff Ghost, de The unicorns en tu Mp3. Llegué al trabajo pensando en lo mismo que pienso cada vez que llego. "Mañana me abrigaré más"
Se pasaron las horas, raudas y rudas. Las 11, las 12, las 13. No perdí concentración, excepto, en una ocsasión, cerca de las 14:30 de la tarde. Que atendiendo a una señora, le tuve que hacer repetir lo que quería, porque invadistes mis pensamientos, otra vez. Llegó la hora de ir a casa. Las 15:30. Me quité la corbata, me puse la chaqueta, me cubrí el cuello, y tras un luego vuelvo, me fui. Recorrí el camino de por la mañana, pero a la inversa, con frio, sí, con frio. Y llegué a casa. Sin apetito, busque algo para comer, pero nada me llamaba. Así que decidí sentarme frente al ordenador y escribir como me había ido la mañana. Escuchando Balada triste de Trompeta,de Raphael. Cigarro tras cigarro. Que aun me quita más el hambre.
Han pasado dos horas y son las 17:30 y estoy escribiendo esto. Aun no he comido, en 45 minutos volveré a irme al trabajo, hoy no comeré nada, no tengo hambre.
Hace 13 años
1 comentarios:
Ya está bien. No crees?
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