Ya no tenemos miedo, ni tu, ni yo.

Sonreímos porque hemos aprendido a luchar por la vida. Y estamos en paz, porque no necesitamos más de lo que somos capaces de ofrecernos. Alzamos los brazos bajo la lluvia, gritando alegría, generando vida. Nos acostamos contigo para aliviar el alma. Mezclamos alcohol y tabaco para vencer al diablo, conviertiéndonos en uno de sus siervos. Porque no tenemos miedo.
Y no te preocupes por nada, si no aparece un camino, nos lo inventaremos. Y así predecirémos lo que nos vamos a encontrar, en lo que será, la huida más escalofriante del universo.

Correremos por desiertos, gritando a pleno pulmón lo que un día fuimos, porque sabemos lo que queremos y sabemos atraerlo, pidiéndolo con deseo. No nos importa el tiempo. Está escrito en el cielo, que inmortales somos, e inmortales moriremos. Porque al menos hoy, yo ya no tengo miedo.
He encontrado mi lugar, mi objetivo, mi afición al amor, mis ansias de ganar. Y lo que nos ofrece la vida, es más, por lo sencillo que es, que material y en cantidad. No nos bañaremos en bañeras de dinero, ni nos vestiremos de gala cada noche para comernos el mundo un día más. Pero jamás perderemos los zapatos por no saber andar. Ahora ya, las cosas que un día importaron ya no importarán. Ahora que me ha apuñalado la persona a quién intenté proteger, no voy a dejarme caer, porque me he librado del peso más grande que jamás me echaron encima. Y no dejaré que jamás, alguien que no me quiera me vuelva a tocar. Porque la noche es más oscura en el momento justo antes de amanecer. Y sé, que sé reconocer unos ojos apagados, que me miran como si todo lo que un día fui se desvaneciera de manera inevitable. Porque no somos tontos, porque lo sabemos, aunque no queramos saberlo. Porque no se nos puede mentir. Porque somos inmortales y moriremos siendolo.

Hoy acaba aquí esta pesadilla. Pero no dejaré de amarte ni un solo segundo de mi vida hasta el final. Pero no volveré a necesitarte nunca más.