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Publicado por
Xavier
en
10:55
Paso por enésima vez ante esa misma tienda, la miro, sé que me mira. La detesto, ella me considera indidiferente. Probablemente ni conozca mi existencia. Estoy dentro de la misma linea de autobus de siempre, la septima, la que recorre las mismas calles que las demás pero más despacio y más lleno de gente. Dejo la tienda atrás, estoy cansado de ella. Llevo viviendo 20 años aquí y para ir a cualquier sitio, para ver a cualquier persona tengo que pasar por esta calle. Esta odiosa calle llena de inamovibles estructuras. En parte debería sentirse orgullosa, Bien es cierto que lo consigue, No levantar pasiones pero si sensaciones. Sensación de odio y repugnancia, como un pitido intermitente que se repite una y otra vez hasta que consigue que el oyente se vuelva loco. Vivo en una ciudad pequeña de gente pequeña, mis pocos años han sido suficientes para darme cuenta de como es la gente que me rodea, mente pequeña, corazón pequeño, ímpetu pequeño, sentimientos cero. Quiero salir de aqui. No estoy hecho para vivir aquí. Siempre les he odiado, pero hoy me dan asco. ¿Que hago aquí? Me siento incomprendido, vacío. Miro a la gente del autobus, no saben que existo, siquiera me han visto entrar. Soy invsible. Jamás me han dado las gracias, no han visto cuanto he sufrido, no han sentido mi pena al ver que mis esfuerzos son nulos, he creado cientos de cosas maravillosas que no han levantado ni una verdader sonrisa de felicidad. (Como este pensamiento) Pero me revelo, cojo carrerilla y corro hacia la perta. El autobus está en marcha, la puerta está cerrada. Pero no me importa, atravieso el cristal como si fuera de plástico, caigo al suelo de la calle y evito que me atropelle un coche que pita incansable ante mi locura y por primera vez me siento libre. Decido correr sin parar hasta la estación de trén. Una vez ahí compro un billete a cualquier parte, no me importa y me subo en el. El trén se pone en marcha, hace sus pequliares sonidos y coge velocidad. De pronto todo se pone en blanco y negro y dejo esa tediosa ciudad. Con solo 3 euros en el bolsillo me escapo de esa carcel odiosa para no volver jamás, y ni siquiera he dicho adios. Pasarán semanas hasta que se den cuenta de mi ausencia.
3 comentarios:
Vaya...
vaya vaya.. :)
vámonos donde sea!
♥
Cuando se quiere escapar, se va a donde sea.
Beso!
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