El Yeti no es mi padre

(Relatos, Cine, Música....)

Una historia onírica de un chico que repartía periódicos.

En esa época yo era repartidor de periódicos. Sí, el típico de la bicicleta con cesta, que recorre las calles de un punto a otro con agujetas en el brazo diestreo.
Llevaba la mitad del verano haciendolo. Estaba acostumbrado. Cada mañana veía las mismas caras sonrientes que me saluadan desde los caminos enbaldosados de sus jardines verdes, esperando a su periódico. Hipócritas, pensaba yo cada vez que miraba sus dientes o por defecto dentaduras postizas que brillaban a la luz del sol.
En ocasiones (escasas) alguno de los vecinos me hacía señas para que me acercara a sus puertas, para darme alguna MISERABLE propina.

–Toma querido, te los has ganado, ¡Un Cuarto De Dolar!, estás haciendo un buen trabajo, sigue así.

Entonces yo sonreía ampliamente, y dandole las gracias pensaba:
-Maldita perra, ¿No ves la sudada que llevo? ¿Te piensas que lo hago por placer? Lo hago por dinero, dinero para poder vivir ¿Entiendes? Esto no me sirve de nada.

Al final del més ganaba 150 dolares más 2 dolares diarios de propina como mucho. Sin contar los domingos. Así que ganaba cerca de los 200 dolares mensuales. Y lo siento, pero a mí eso, no me servía para nada, mirando al futuro. Pero aun así, tenía un ápice de optimismo qe me animaba a seguir. Sí, a seguir hacia atrás, pero a seguir. Ummm...

Recorría cerca de 200 portales diarios, llevaba los periodicos de 50 en 50 y cuando me quedaba sin, tenía que volver a la editorial, que se encontraba a 2km de mi posición, para reocger 50 más.

Mi trabajo consistía en dejar periódicos en todas las puertas posibles sin miramientos, si yo sabía que ahí vivía alguien tenía que dejarle el periódico. Y eso me molestaba, pues siempre tenía que subir una cuesta de casi 80º de inclinación para llegar a la última casa... Bueno, una mansión grisacea. La típica de la colina con verjas negras y un gran patio exterior lleno de maleza y piedras humedas. Sí, tenía que subir a pie, en bici no podía, siempre que lo intentaba, la cadena se tensaba y parecía que iba a estallar en cualquier momento.
Al llegar a la mansión, dejaba la bici en el suelo, cogía el último diario que me quedaba y lo arrojaba con fuerza sobre la verja, sabía que alguien lo reocogía cada mañana, porque nunca había ninguno tirado. Nunca llegué a ver al dueño o dueña o dueños o dueñas de esa misteriosa mansión. Nunca había pregutado por ella. No me importaba.

Pero aquel día, por desgracia conocí a su dueña.

Si no recuerdo mal, me quedaban tres días para acabar de trabajar. Estaba yo subiendo la cuesta, casi arrastrando mi bici, sin aliento. Llegué arriba e hice lo de siempre, dejarla en el suelo, coger el último periódico y prepararme para lanzarlo como un jugador de baseball. Pero justo cuando heché el brazo hacia atrás y lo tensé para conseguir el lanzamiento perfecto me detuve. Pues por primera vez en mi vida vi a alguien en la puerta de la casa, era una mujer, estaba lejos y no supe definir su edad, pero llevaba un vestido largo y granate. Me di cuenta de que me hacía señas con la mano, para que me acercara. Empujé el portón de hierro negro con esfuerzo, mientras chirriaba. Andé por el casi invisible camino de piedra cubierto de maleza que conducía a la puerta principal de la casa. Cuando apenas me faltaban 15 metros para llegar a la puerta, la mujer entró en la penumbra del portal. Estaba nerviso la verdad, y lo único que se me ocurrió pensar era en una suculenta propina acumulada durante todo el verano. Llegué a la puerta y me asomé, estaba oscuro. ¿Debería haber avisado de que iba a entrar? No lo sé, yo entré sin más. Cerré la puerta trás de mi y seguí por el oscuro recibidor hasta el único punto de lez que provenía de una sala contigua. La sala también estaba bastante oscura, las cortinas de la ventanas eran gruesas y estaban entreabiertas, dejando pasar el escaso sol. Vi a la mujer sentada en un sofá, le pude ver la cara, era vieja, un moño gría sobre la cabeza. Frente al sofá había una mesita con una tetera y dos tazas a rebosar de liquido rojizo. La mujer me hizo una seña para que me sentara en un sillón rojo y mullido al lado de la mesita, me dejé caer sobre el. Y miré a la señora.

–¿Puedo saber...?– Empecé a preguntar, pero ella me interrumpió.
–Bebe Té, querido, que se enfría.
–Lo siento, no me apetece.
–Querido, bebe, te sentará bien.
–Pero...
–Bebe.

Obligadamente bebí, estaba frío y espeso. Hice que no me quedara ni una gota en la taza, esperaba que no me hiciera repetir.

–¿Puedo saber a que viene esto señora?– Pregunté un poco disgustado por la situación.

De prontó escuché unos poderosos pasos que provenían trás de mi. Me di la vuelta. Y me quedé atónito frente a la monstruosa figura que acababa de aparecer. Era un hombre, si se le podía llamar así. Medía más de 2 metros o eso me pareció, tenía las manos enormes, como su cara tosca, con facciones desgarradoramente enormes, se sentó junto a la mujer hundiendo el sofá de manera exagerada.
Me puse en pie, pero caí de nuevo en el sillón, me sentía mareado, todo medaba vueltas.

–¿Qué me pasa?...–Pregunté, cansadamente.

–Droga, droga en el Té.–Rspodío la mujer. –Tenemos un fin y debemos lograrlo y lo siento, saldrás un poco mal parado, pero creeme, no queremos matarte, sobrevivirás.

"¡No!", Girté y me puse en pie con esfuerzo, giré para salir de la sala, entré en el recibidor apoyandome en la pared y subí un escalera que ahora podía ver con mis ojos acostumbrados a la oscuridad. En el piso superior me econtré con un pasillo largo. Trás de mi escuché al gigante que se disponía a subir las escaleras. Intenté entrecerrar los ojos para enfocar mejor con la vista, puede ver en la pared un escudo con una espada antigua y oxidada. No se me ocurrió otra cosa que que cogerla, me la puse sobre el hombro e intenté esperar paciente a que el gigante subiera. Escuchaba paso a paso cada escalón que dejaba atrás. Pero no soporté la tensión del momento, así que me asomé con furia a la escalera y ahí me le enconté subiendo con su cuerpo enorme y su cara sin expresión, le propiné un espadazo en el hombro, pero ni se inmutó, el seguía subiendo, le di otro golpe en el cuello, pero parecía estar hecho de piedra. Me heché hacia atrás a medida que se me acercaba, no conseguía verle con claridad, me temblaban las piernas y notaba gotas de sudor frio y espeso resbalando por mis piernas y me rostro. Con toda mu fuerza le di otro golpe en el brazo. Pero de nuevo, parecía estar hecho de marmol. Finalmente, furioso y con un subidón de adrenalina le di en el cuello, vi que brotó un poco de sangre de su herida, dio unos pasos hacia atrás tocandose la herdia, le empuje con fuerza y calló al suelo. Agarré la cuchilla con las manos y me abalanze sobre su cuello, apreté con fuerza con la cuchilla en su nuez, hasta que noté que empezaba a hundirse en ella. Sanqué la espda con furia y vi un chorretón de sangre brotando del cuello. Cualquier persona habría muerto con una herida así, pensé. Al levantarme, caí de espaldas casi sin conocimiento, pero hice un últim oesfuerzo y arrastrandome me acerqué a la escalera intenté bajarla a rastras, pero no puedo, cai como un pez por los peldaños y finalmente al llegar al piso inferior perdí el conocimiento.

--------------------------------Casi dos semanas de inactividad cerebral notoria

Desperté en el hospital. ¿Diagnostico? Infección interna debido a una mala operación, una enorme cicatriz en la parte del riñón izquierdo y la falta del mismo. Me habian drogado para estirparme el órgano....

Pronto, la policia estaba rodeando la mansión donde todo había ocurrido. La resgitraron pero no encontraron nada nada en su interior, me sentí impotente, con rabia. Pasaron dos meses desde mi salida del hospital y decidií volver a la mansión. No entré, pero me quedé en el portón observando las ventanas. Decidí marcharme, pero algo me llamó la atención, una figura en el patio, sentado apoyado en uno de los numersos arboles mirandome fijamente. Era el gigante. Que me sonreía con ironía y satisfacción. Pensé en llamar a la policía, después me vino a la cabeza su imagen sangrando por el cuello y no me expliqué como podía seguir vivo. Finalmente decidí devolverle la sonrisa, damre la vuelta y marcharme a casa a prparar mi venganza. Tal vez.... ¿Prenderle fuego a la casa?

4 comentarios:

muy bien escrita esta mini historia :) aunq no entiendo bien el final... con el gigante ahi... te lo preguntaré luego jaja
pero me gusta!!! :D

 

Muy buena!! Entonces hay continuación?

 

Entre Charlie y tu, no importa comprar libros!! Xd!